Columna de opinion sobre el aborto
Muchos cristianos, en su mayoría católicos, creen que destruir un óvulo
fecundado equivale al asesinato de una criatura indefensa, pero consideran una
obligación moral achicharrar criminales en la silla eléctrica.
Incongruencias morales como las anteriores caben perfectamente dentro de
cualquier sistema ético cimentado en mitos y supersticiones. Para el católico,
Dios infunde el alma a cada óvulo en el momento mismo de la fecundación, y por
eso el uso de la píldora del día siguiente equivale al asesinato. Pero, ¿qué
ocurre si a los pocos días de fecundado el óvulo se separan artificialmente del
blastocisto unas pocas células (todas con el potencial de formar clones del
individuo original), y se les permite que continúen su desarrollo embrionario
normal? ¿Se subdivide acaso el alma?
Aquellos que ven en cualquier tipo de aborto un atentado contra la dignidad
humana, no encuentran ninguna inmoralidad en permitir el embarazo de una niña de
diez años violada por su padrastro, sin la madurez anatómica ni psicológica, ni
los recursos económicos para sostener y educar a su bebé.
Ni ven problema alguno en permitir que nazcan niños afectados de defectos
genéticos horrendos, como el síndrome de Lesch-Nyhan (detectable antes del
nacimiento), una disfunción que hace que al niño le resulte imposible controlar
la compulsión por infligirse todo tipo de heridas, o arrancarse los dedos a
mordiscos, o quemarse deliberadamente el cuerpo. Ni tampoco que se traiga al
mundo un niño afectado de epidermolisis ampollosa, enfermedad hereditaria que
hace que el cuerpo se cubra de ampollas y que la piel se desprenda al menor
roce. Esos niños no pueden jugar por la debilidad incurable de su piel, y si los
bañan, empiezan a gritar al solo contacto con el agua, y sólo se pueden
alimentar con líquidos porque las llagas aparecen también en el esófago.
Por fortuna son cada vez más los países que se han liberado de la ignorancia
que acompaña todo fanatismo religioso. En el caso de Colombia, y a pesar de los
estragos sociales causados por el catolicismo, más del 70% de la población usa
métodos anticonceptivos, y desde unos años para acá, la mujer puede recurrir al
aborto en casos de violación o malformación del feto.
Aunque hay razones para estar optimista, estas conquistas son frágiles y se
encuentran hoy bajo el acecho de personajes de mente medieval en altos cargos en
el Gobierno, empeñados en hacer de las encíclicas papales la guía para la
educación sexual.
contundente,claro y conciso. felicidades por ese gran aporte a la sociedad en un texto.
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